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Mejor que te tengan envidia a que sientan pena por ti

Foto del escritor: Vadim ProshichevVadim Proshichev
Recuerdo una de las frases más impactantes que me dijo mi maestra de ballet: "Es mejor que te tengan envidia a que sientan pena por ti."

En ese momento, era solo una línea más entre muchas enseñanzas exigentes, pero con el tiempo, su significado se hizo más profundo y transformador.

En el ballet, como en la vida, hay dos tipos de miradas que puedes atraer: la de la admiración o la de la lástima. La primera proviene del esfuerzo, la disciplina y la búsqueda constante de superación. La segunda, del descuido, la resignación y la falta de compromiso con uno mismo. Esta idea se convirtió en un principio que llevo a cada área de mi vida y que aplico en el Método Vadim.

El arte de la excelencia

Cuando entrenamos, cuando trabajamos en nuestra postura, en nuestra técnica y en nuestra fuerza, no lo hacemos solo por estética o reconocimiento. Lo hacemos porque cada movimiento refleja quiénes somos y cuánto estamos dispuestos a invertir en nuestra evolución. No hay mayor satisfacción que ver el progreso, sentir cómo el cuerpo responde con más precisión y cómo la mente se alinea con la voluntad.


Por eso, en Método Vadim, el enfoque no es solo en el cuerpo, sino en el desarrollo integral. No buscamos que los demás nos vean y nos aprueben; buscamos ser la mejor versión de nosotros mismos, sin excusas ni concesiones.

El miedo a la envidia y el temor a brillar

Muchas veces, el miedo a destacar nos frena. Nos enseñan a no hacer demasiado ruido, a no sobresalir para no incomodar a otros. Pero, ¿qué tipo de vida es esa? Si tu crecimiento molesta a alguien, eso habla más de sus limitaciones que de las tuyas. No vinimos al mundo a encogernos ni a pedir permiso para ser extraordinarios.


Si brillas, inspirarás. Si te entregas con pasión, serás un referente. Y si alguien siente envidia, es simplemente un reflejo de lo que él o ella desearía lograr. No podemos controlar las emociones ajenas, pero sí podemos decidir qué hacer con las nuestras.

La elección es tuya

Cada día, al entrenar, al tomar decisiones, al avanzar en cualquier área de la vida, puedes elegir: ¿quieres que los demás te admiren o que te miren con compasión? ¿Quieres ser alguien que se esfuerza y conquista sus metas o alguien que se conforma con lo mínimo y espera la indulgencia de los demás?


La excelencia requiere valentía. Requiere aceptar que no siempre serás comprendido, que tu compromiso puede incomodar a otros, pero que, al final del día, el único juez real de tu vida eres tú mismo.

Así que la próxima vez que sientas la tentación de disminuirte para encajar, recuerda estas palabras: "Es mejor que te tengan envidia a que sientan pena por ti."

Porque al final, la envidia ajena no te limita, pero la autocompasión sí. Y tú mereces brillar sin miedo.

 
 
 

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