Siglo XX en la historia del ballet clásico: La zapatilla de punta conquista el mundo.
El siglo XX, que se caracterizó por grandes cambios sociales y económicos, también influyó en el ballet clásico.
Esta época marcó un impresionante desarrollo de la técnica de puntas y también de la forma del calzado. Desaparecieron o se modificaron las coreografías de las protagonistas que bailaban sin punta. A partir de ese momento todas las bailarinas utilizaban la zapatilla de punta, desde las solistas hasta el cuerpo de baile. En las escuelas profesionales era obligatorio estudiar la técnica de puntas y se establecieron los métodos de la enseñanza y del entrenamiento (como el método Vaganova o técnica Balanchin). Con el crecimiento de la popularidad del ballet clásico en el mundo aumentó la demanda del calzado de ballet y aparecieron las primeras fábricas de las zapatillas de punta.
Después de la Revolución Rusa en 1917 muchos bailarines y coreógrafos emigraron del país buscando refugio en Europa y América. Artistas como Balanchin, Pavlova, Lifar, Fokin, Kshesinskaya establecieron compañías y escuelas de danza clásica en distintos países. El interés por el ballet aumentó en todo el mundo y la danza clásica se volvió muy popular.
Agrippina Vaganova, una de las bailarinas que permaneció en Rusia Soviética, estableció un método de enseñanza de la técnica de la danza clásica en puntas e hizo un programa para formación profesional con base en este método.
Se sustituyeron las coreografías de los personajes del cuerpo de baile y las danzas de carácter por los bailes en punta. Uno de los movimientos que destacó fue el fouettée. En el inicio del siglo XX se exigía la realización de 16 vueltas seguidas y actualmente las bailarinas realizan 64 o más.
El desarrollo y dificultad de la técnica promovió la evolución del zapato. El nacimiento del zapato de punta moderno se le atribuye a la bailarina rusa de principios del siglo XX Anna Pavlova, quien fue una de las bailarinas más famosas e influyentes de su tiempo. Ana Pavlova hizo unas modificaciones en las zapatillas de acuerdo a las necesidades de sus pies. Pavlova tenía empeines arqueados particularmente altos, lo que la hacía vulnerable a las lesiones cuando bailaba en punta. También tenía los pies delgados y cónicos, lo que le generaba una presión excesiva en sus dedos gordos. Para compensar esto, la bailarina colocó suelas de cuero endurecido en sus zapatos como apoyo adicional, y aplanó y endureció el área del dedo para formar una caja moderna.
A principios del siglo XX se fabricaron zapatillas universales. Las vestuaristas de los teatros se convirtieron en fabricantes de este tipo de calzado. En esa época se realizaron muchas investigaciones para mejorar las zapatillas de punta. El calzado ya obtuvo su forma moderna, con una caja que tomaba la forma del pie de la bailarina, una suela dura y fuerte para dar más apoyo, también se utilizaron nuevos materiales. Hoy tenemos muchas variedades de este calzado y muchas fábricas como Grishko, Gaynor Minden, Sancha, etc., que confeccionan zapatillas de punta.
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