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Charla participativa en los talleres terapéuticos

Actualizado: 28 dic 2023

En las sesiones terapéuticas en mini grupos se ha adoptado una forma de trabajo, que se denomina “charla participativa" (sharing en inglés), la cual tiene un enfoque y una duración específica, dependiendo de los objetivos del taller. Con la charla participativa empezamos y terminamos el taller.

charla participativa en los talleres terapéuticos
charla participativa sharing
Esta charla tiene varias funciones: establecer el primer contacto, compartir la experiencia propia, prestar la atención sagrada y sumergirse en la reflexión e interpretación personal.
Durante el taller todos viven una experiencia parecida en la práctica de los ejercicios, pero la experiencia interna de cada uno es diferente y única. Las realidades internas y externas de cada persona se hacen más evidentes en el grupo terapéutico. El intercambio de las experiencias internas que vive cada uno es una riqueza de aprendizaje. A partir de las historias de otros participantes uno puede comprender mejor algunos aspectos de sí mismo y de sus experiencias. Las charlas participativas son un valioso intercambio, así como un proceso de claridad y atención sagrada.

Primer contacto.

La charla participativa al inicio del taller tiene la función de establecer un primer contacto entre los participantes. Los integrantes, incluido el terapeuta, se sientan en círculo para que todos estén cómodos y puedan ver y escuchar al orador. El taller inicia con este tipo especial de conversación, en la que se acostumbra hablar de los sentimientos y emociones de manera sincera y abierta. Todos, a su vez, comenzando por el terapeuta, comparten sus pensamientos, sentimientos y estados de ánimo que tienen al inicio del taller. Y la experiencia interior, que a veces parece intangible e inexpresable, empieza a tomar forma de alguna manera.


Compartir.

Durante el intercambio de experiencias, los participantes se van alternando para contar sus vivencias. Uno es libre de compartir solo lo que considere necesario. No se trata en absoluto de contarlo todo. Sin embargo, si hay una duda sobre si contar algo o no, es mejor arriesgarse e intentar transmitir esa experiencia. El confiar en otros y compartir las vivencias importantes, profundas y personales a veces da una sensación de completa realización.

Aquellos que escuchan completamente concentran su atención en lo que se dice.


Atención sagrada.

Lo más valioso que se le puede ofrecer a un ponente es la atención especial del grupo. La atención sagrada describe la poderosa fuerza de la concentración grupal en una persona, como si estuviera dando a luz una verdad interior o una experiencia al mundo exterior.


Este comportamiento crea amor y aceptación sin prejuicios. Es un estado de espera sin expectativas, es decir, que el proceso continúe momento a momento. Es un equilibrio entre comprender lo que está sucediendo con plena conciencia y no apegarse a ningún contenido o forma particular en la que se presente. Esta es la atmósfera en la que el alma puede abrirse con un sentimiento profundo del ser.


La atención sagrada funciona como terapia produciendo reacciones como risas, lágrimas y momentos de silencio.


Reflexión, análisis e interpretación.

Al escuchar no es necesario involucrarse en el análisis de lo que está diciendo otra persona, sino que se trata de permanecer en las energías del proceso mismo y abstenerse de analizar y evaluar.


En ocasiones parece oportuno ofrecer algún tipo de interpretación, ayuda, pensamiento o análisis de la vivencia de otra persona, pero este análisis es más importante que se haga individualmente, es decir, una introspección de uno mismo. Esta manera de interpretación puede ayudar a aprender más sobre uno mismo tomando en cuenta que lo que interpreta es lo que trae dentro de si mismo.

Al final del taller los participantes comparten los beneficios que cada uno ha obtenido de este proceso; lo que les gustó y no les gustó de los ejercicios y con qué humor abandonan la sesión.


Conclusión.

La experiencia grupal compartida entre los participantes se puede integrar en la vida cotidiana y en el propio proceso terapéutico de cada uno.

De esta manera las experiencias compartidas y la sabiduría de la realidad grupal pueden ser recordadas posteriormente, formando parte de la conciencia e influyendo en la vida cotidiana.

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